¿Existe el altruismo en la naturaleza?

Hace poco nuestra Leti (quién nos ayuda mucho con el blog y a la que mandamos un besazo desde aquí) nos comentó que le gustaría que hablásemos sobre la crueldad que está presente en el mundo animal, en contra de lo que solemos pensar. Puesto que es un tema muy extenso pensamos que lo mejor va a ser escribir varias entradas sobre este tema para abordarlo lo mejor posible. ¡Esperamos que las disfrutéis!

Para empezar vamos a abordar este tema desde un marco más teórico. En concreto vamos a ver si el altruismo es posible en la naturaleza, o si por el contrario la naturaleza tiende hacia el egoísmo (lo que sería un posible cimiento hacia la crueldad).

Generalmente, tendemos a pensar que el egoísmo (la contraparte del altruismo) es algo propio únicamente de la sociedad humana, que en la naturaleza se dan casos en los cuales se procura el bien ajeno, incluso a costa del propio.

Ahora bien, ¿es esto correcto? En un primer momento podemos pensar que sí, que hay muchos casos, como por ejemplo las simbiosis, donde diversos organismos se “cuidan” entre ellos (un ejemplo claro son los líquenes). Pero si profundizamos un poco más, realmente cada parte está obteniendo algún beneficio: el micobionte consigue alimento en forma de azúcares y el alga recibe protección. Por ello, ninguna de las partes ayuda a la otra de manera desinteresada.

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Los líquenes son el resultado de una simbiosis, en la que todas las partes implicadas obtienen un beneficio, ninguna se sacrifica por el resto.

Se puede pensar que eso es debido a que estaríamos hablando de especies distintas, pero que entre individuos de una misma especie sí puede existir el altruismo. A lo largo de la historia se ha tratado de buscar diversos ejemplos, pero vamos a ver cuáles son los resultados.

Por ejemplo, podríamos pensar en insectos sociales como las hormigas. Todos hemos podido ver como toda una colonia de hormigas está perfectamente estructurada para trabajar como un todo, e incluso es común que algún individuo se sacrifique por el bien de la colonia. A primera vista parece un claro ejemplo de altruismo, pero se nos está escapando un aspecto importantísimo: todas las hormigas de la colonia son parientes. En otras palabras, con su sacrificio están ayudando a cientos o miles de familiares con los que comparten genes.

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Las hormigas son el ejemplo por excelencia de organismo social.

Realmente, hablando en términos evolutivos, es rentable dar la vida por parientes porque estás salvaguardando muchas copias de tus genes, por lo que perder la vida es un coste asumible. Esta idea ha llegado incluso a cuantificarse con, por ejemplo, la regla de Hamilton (básicamente dice que si el beneficio obtenido por ayudar a un pariente, en relación al parentesco que se tiene con él, es superior al coste producido; el acto “altruista” es beneficioso para el propio organismo).

Por otro lado, también hay casos de aparente altruismo entre grupos donde los individuos no son parientes directos. Un ejemplo típico siempre ha sido el de los murciélagos vampiro, donde aquellos que han conseguido chupar más sangre durante la noche ceden parte a aquellos compañeros que no han sido tan afortunados. En este caso sí que parece que estaríamos ante un caso de ayuda desinteresada, puesto que si no se dona a un pariente no se obtiene ningún beneficio. Sin embargo, se pudo observar como el comportamiento social de estos animales era más complejo ya que hacían un uso increíble de su memoria.

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¿Son realmente altruistas los vampiros?

Cuando un individuo que no había podido chupar la suficiente sangre pedía ayuda, recordaba a aquellos que se negaron a prestársela. Por lo que cuando las tornas se invertían, ellos tampoco les ayudaban. De esta forma se da lo que se conoce como el altruismo recíproco, el cual se basa en el principio de hoy por ti y mañana por mí. De este modo, la ayuda no se presta para realizar una buena acción, sino por el hecho de que en un futuro las tornas pueden invertirse, y no es apropiado para un individuo que sus compañeros no le ayuden cuando tiene problemas.

Hay muchos ejemplos de este tipo y, en todos ellos, se ha podido ver como aquellos actos aparentemente altruistas siempre escondían algún tipo de egoísmo detrás. Básicamente esto es debido a que el altruismo no es una estrategia evolutivamente estable. Si pensamos que el comportamiento tiene cierta base genética (que de hecho la tiene) y, por tanto, es heredable, aquellas copias que predisponen al comportamiento altruista se van a repercutir negativamente a sí mismas, mientras que aquellos “genes egoístas” van a obtener un beneficio y, por tanto, aumentar sus copias en posteriores generaciones. De esta forma, el conjunto de genes a lo largo de las generaciones sería cada vez más egoísta y el altruismo terminaría diluyéndose. Sobre este tema se ha escrito bastante en ciencia (un libro muy recomendable es El gen egoísta de Richard Dawkins, bastante fácil de leer). Además, se han propuesto muchos modelos teóricos utilizando la teoría de juegos (como el dilema del prisionero o las estrategias halcón/paloma), pero mostrando siempre que la cooperación se daba solo cuando los costes y beneficios del altruismo cumplían una serie de condiciones, pero si no se daban, la tendencia era siempre hacia el egoísmo.

¿Vosotros que pensáis? ¿Habéis observado algún acto altruista que pueda hacer tambalear los cimientos del “gen egoísta”? ¿Creéis que el altruismo puro es solo una utopía? ¿Os gustaría que en posteriores entradas profundizásemos en teoría de juegos con algún caso práctico (a la par que bastante divertido)? Dejadnos vuestros comentarios, estamos impacientes por debatir sobre este apasionante tema con vosotros.

 

La imagen del liquen (Cladonia sp.) es nuestra, el resto de imágenes han sido tomadas de Wikimedia Commons.

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